Aumenta la tendencia de consumir leche sin lactosa aunque no se tenga ninguna intolerancia. No hay ninguna razón para hacerlo: la leche sin lactosa sigue teniendo la misma cantidad azúcar ( por lo tanto no es «más ligera» para nadie) y además es más cara. En realidad a la leche no se le quita la lactosa, sino que se añade la enzima lactasa, para que rompa la lactosa en sus azúcares constituyentes. De esta manera, el consumidor toma el azúcar ya «digerido» y así ya no necesita la enzima.

Pero los que no somos intolerantes, tenemos el enzima suficiente como para digerir la lactosa sin ayuda y por lo tanto para nosotros la leche sin lactosa no es «más fácil de digerir».
En el continente europeo y americano, a diferencia del asiático y parte del africano, la mayoría de las personas digieren el azúcar propio de la leche. La evolución mantuvo esta característica, que surgió de una mutación en el material genético, ya que proporciona una mejora competitiva: permite alimentarse de leche en épocas de escasez de otros alimentos, con la ventaja que esto suponía hace 8.000 años, ya que favorecía que los humanos llegasen a la edad adulta y tuviesen más descendencia.
Como es lógico, para que esa mutación pudiese ser seleccionada positivamente ( favorecida por el entorno) en un individuo, éste debía tener acceso a la leche después de la época de lactancia y eso ocurrió con el desarrollo de la ganadería. Por eso en las comunidades que no realizaron prácticas ganaderas, como algunas zonas de los continentes asiático y africano, la frecuencia de intolerantes es muy alta. Las mutaciones ocurrieron igualmente en los genomas de estas poblaciones, pero «pasaron desapercibidas» en un entorno en el que no importaba ya que los adultos no tenían leche disponible para obtener ventajas de este cambio metabólico. En Japón casi todas los personas son intolerantes y en Holanda, sin embargo, casi todas son tolerantes.
También se cree que los climas extremos favorecieron la selección positiva de la tolerancia a la lactosa: por ejemplo en zonas heladas apenas hay cultivos y todavía hoy, se depende más de los alimentos de origen animal y sus productos, entre ellos la leche. Por lo tanto los individuos tolerantes a la lactosa estaban mejor adaptados, tuvieron más éxito evolutivo y dejaron más descendientes, aumentando así el porcentaje de tolerantes entre su población.
El gen de la lactasa está situado en el cromosoma 2. La diferencia entre las personas que digieren la lactosa y las que no, radica realmente en la regulación del gen, es decir, si el gen sigue ordenando la fabricación de la enzima una vez superada la etapa de la lactancia.
Todavía se siguen estudiando variantes genéticas y su persistencia en las distintas zonas, en relación con las migraciones humanas y el desarrollo cultural del pastoreo. Así que aún pueden aparecer nuevos datos y nuevas interpretaciones de los datos que ya se conocen. Estaremos pendientes…
https://www.saludentuvida.com/tag/genetica/
http://jesusgonzalezfonseca.blogspot.com/2010/01/intolerancia-lactosa-y-evolucion-humana.html
https://pablorpalenzuela.wordpress.com/2008/10/13/intolerancia-a-lactosa-y-evolucion-humana/