El pasado 1 de enero de 2018 entró en vigor en España el Reglamento (UE) 2015/2283 relativo a nuevos alimentos, que abre la puerta a la elaboración y comercialización de productos alimenticios a base de insectos y otros artrópodos en todos los estados miembros de la Unión Europea.
Esta normativa, ya se encontraba en vigor en algún país europeo. Tal es el caso de Finlandia que, como pudimos conocer recientemente, comercializa un pan de grillos. Además, países como Bélgica, Holanda, Reino Unido y Dinamarca ya tienen regulado su consumo.
Esta noticia está provocando actitudes diversas entre los consumidores españoles, en la mayoría de los casos de perplejidad y de rechazo. Pero, ¿por qué esta aversión a los insectos como alimento comestible?.
No forman parte de nuestra cultura alimentaria.
De hecho, hasta la entrada en vigor del Reglamento, la normativa española definía en el CAE (Código Alimentario Español) el término «alimento» y la clasificación de los alimentos. En esta categorización se incluye a los alimentos impropios como aquellos que:
- no están comprendidos en los hábitos alimentarios españoles, aunque tengan valor nutritivo. Y sin duda, los insectos no se consideran parte de la dieta española actual y serían impropios.
- no se haya completado su proceso normal de maduración o elaboración, o lo haya sido mediante algún procedimiento no autorizado.
Como afirmación a lo que establecía el CAE, si preguntásemos a cualquier europeo o norteamericano qué le parecen los insectos como comida, la respuesta en la mayoría de los casos sería clara: ¡qué asco!.
Si os interesa ese tema, hay una fabulosa entrada en el blog Scientia donde se habla de dichos alimentos. Lo que está claro es que un alimento impropio para la alimentación española no tiene porque serlo en otro país. Y a la inversa. ¿Creéis que los cangrejos y los caracoles que se consumen en España gustarían en otras culturas?. Pues eso.
Entonces, si no forman parte de nuestra cultura… ¿nunca hemos comido insectos? ¿o sí? .Veamos un poco de antropología de la alimentación.
Si nos remontamos atrás en la cadena evolutiva podremos comprobar que los simios son consumidores de insectos. Los monos pasan gran parte de su tiempo despiojándose mutuamente y las víctimas de esta actividad son consumidas. Los simios son hábiles cazadores de insectos, de hecho, ingieren importantes cantidades de termitas y hormigas.
Esta alegación nos hace pensar que si en nuestro árbol genealógico aparecen estos destacados antepasados insectívoros quizás la aversión de los europeos y norteamericanos hacia los insectos sea la excepción y no la regla. Tal es el caso que, diversos entomólogos (esos grandes estudiosos de los bichitos) han estudiado casos de insectivorismo a lo largo y ancho del mundo. De este modo, podemos encontrar población aficionada a las langostas, saltamontes, grillos, hormigas y termitas, así como a las larvas y crisálidas de polillas, mariposas y escarabajos. Y toda esta gran familia de insectos puede llegar a rivalizar en algunas sociedades con el consumo de vertebrados como fuente de proteínas y grasas.
Lugares y tipos de «bichitos» consumidos
Vemos algunos ejemplos de entornos en los que se ha consumido o se consumen insectos:
- California anterior a la colonización europea. Larvas de abejas, avispas, típulas y polillas. ¡Vaya!, en la historia de la alimentación norteamericana también aparecen insectos.
- Pueblos indígenas del amazonas. Larvas grasas mayormente e insectos sexuados alados.
- Campesinos de la China tradicional (y no tan tradicional). Gusanos de seda. Muchos gusanos de seda.
- Laos, Vietnam y Tailandia. Chinches acuáticos, huevos de cucaracha, arañas, escorpiones, grillos, saltamontes, termitas y cigarras. Si te fijas en la foto de portada, aparecen unos saltamontes fritos y especiados que tuve la oportunidad de fotografiar y degustar en Tailandia. Pues no me disgustaron oiga.
- Nueva Caledonia, Kalahari, Madagascar, Camboya y algunos indios de sudamérica muestran afición por las arañas. ¿Os imagináis comiendo tarántula?.

- Algunos europeos que practicaron el insectivorismo fueron Aristóteles y Aristófanes, que consumían cigarras y saltamontes respectivamente. Y ellos lo pensaban todo mucho, así que por algo los comerían.
- En la década del 1880 se celebró en París un banquete de lujo en el que apareció como plato estelar las larvas de abejorro. Posteriormente, también en Francia, se propuso el consumo de insectos como método de erradicación de la hambruna entre las clases obreras, postulándose estos como alternativa de carne barata. Dicha propuesta fracasó.
- México. Los crujientes chapulines (saltamontes para nosotros) y los gusanos de Maguey (larvas de mariposa que se crían en las pencas del agave) forman parte de platos tradicionales entre otros muchos.
Ahora podría surgir la pregunta de qué ha llevado a esos países a consumir más insectos que otros. Para responder a esta pregunta Marvin Harris, en su libro de antropología «Bueno para comer» nos habla de la teoría de la caza/recolección óptima.
Esta teoría dice que si un hábitat es rico en fauna insectil – en particular especies de gran tamaño y que forman enjambre – y el mismo tiempo es pobre en animales vertebrados, salvajes o domésticos, de gran tamaño, las dietas mostrarás una tendencia a ser altamente insectívoras. Tiene su lógica.
Hablemos del aspecto nutritivo de los «bichitos»
Desde el punto de vista nutricional, la carne de insecto insectos es casi tan nutritiva como la carne roja ó las aves de corral.
100g de termitas africanas contienen 610cal, 38g de proteínas y 46g de materia grasa. En comparación, 100g de hamburguesa cocinada con un contenido en materia grasa medio ofrecen solamente 245calorías, 21g de proteínas y 17g de materia grasa. Una porción equivalente de larvas de polilla contiene casi 375cal, 46g de proteína y 10g de materia grasas. Las humildes crisálidas de mosca común contienen un 63% de proteína y un 15% de materia grasa. Es curioso, cómo se habla de los insectos en términos de proteína. Pues bien, como veis, también presentan un perfil lipídico interesante (los estadíos más jóvenes principalmente).


La única comparación desfavorable que puede hacerse entre los insectos y la carne roja, las aves de corral o el pescado afecta a la calidad de sus proteínas, medida en términos de los aminoácidos esenciales; pero algunos insectos tienen combinaciones de aminoácidos casi tan buenas como las del vacuno o el pollo. Al igual que otros alimentos cárnicos, los insectos son ricos en lisina, que suele ser el aminoácido que más escasea en cereales y tubérculos. Y lo que quizás revista más importancia, la combinación de altos contenidos de materia grasa y en proteínas, hace de los insectos un alimento, por lo menos, interesante ante la escasez de algunos de estos nutrientes.

En la siguiente tabla obtenida de la FAO (2014) podréis observar (en inglés) la composición nutricional de grillos adultos, larvas del gusano de la harina, larvas de mosca soldado negra, harina de soja y harina de pescado.
Un posible inconveniente de los insectos es que están cubiertos por una sustancia llamada quitina, que los seres humanos no pueden digerir. Pero esto no debería ser causa de rechazo puesto que ya despojamos de su caparazón de quitina a langostinos y cangrejos sin el menor reparo.
Las termitas y las hormigas ocupan, probablemente el segundo puesto después de la langosta en lo que se refiere a cantidades consumidas a lo largo y ancho del mundo. Ambas son de tamaño reducido, pero constituyen buenas ofertas energéticas porque forman densas colonias de millones y miles de millones de individuos.
El famoso Reglamento
Cómo decíamos al principio de este post, la entrada en vigor del Reglamento (UE) 2015/2283 relativo a nuevos alimentos, ha abierto la puerta a la elaboración y comercialización de productos alimenticios a base de insectos y otros artrópodos en Europa.
El objetivo del reglamento es la mejora de las condiciones para que las empresas alimentarias puedan llevar alimentos nuevos e innovadores al mercado de la Unión Europea, manteniendo al mismo tiempo un nivel elevado de seguridad alimentaria para los consumidores. La UE ya disponía de normativa sobre este tema pero las categorías que incluía se habían quedado obsoletas, ya que databan de 1997.
Pero… ¿qué son nuevos alimentos?
Este Reglamento define «nuevo alimento» como todo alimento que no haya sido utilizado de forma habitual para el consumo humano en la Unión Europea antes de la anterior normativa, amplia las categorías y recoge cuestiones relacionadas con las tecnologías utilizadas para su obtención, además de simplificar los procesos de autorización para algunos tipos de alimentos. Así se incluyen aquellos alimentos de reciente creación, innovadores, producidos mediante nuevas técnicas o que han sido utilizados como alimento de modo tradicional en otros países.
Las categorías que establece incluyen los siguientes alimentos:
- Aquellos con una estructura molecular nueva o modificada intencionadamente.
- Microorganismos, hongos o algas, o alimentos aislados o producidos a partir de ellos.
- De materia de origen mineral, o aislados o producidos a partir de ella.
- Plantas o sus partes, o aislados o producidos a partir de éstas, obtenido por prácticas tradicionales de reproducción o no tradicionales, si dichas prácticas no dan lugar a cambios significativos.
- Animales o sus partes, o aislados o producidos a partir de ellos.
- Cultivos de células o cultivos de tejido, derivados de animales, plantas, microorganismos, hongos o algas, o aislados o producidos a partir de ellos.
- Procedentes de un nuevo proceso de producción, que dé lugar a cambios significativos en la composición o estructura del alimento que afectan a su valor nutritivo, a su metabolismo o al nivel de sustancias indeseables.
- Nanomateriales artificiales.
- Vitaminas, minerales y otras sustancias: obtenidas por un proceso de producción nuevo o que consistan en nanomateriales artificiales.
- Utilizados anteriormente solo como complemento alimenticio.
Los insectos y sus partes, como alimentos, parecen mencionados en el preámbulo del reglamento, indicando la necesidad de su inclusión en las nuevas categorías establecidas en el mismo.
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¿Y si ya se consumen sin problema en medio mundo?
Otra de las novedades de este Reglamento es la facilidad que ofrece a la comercialización de alimentos tradicionales de terceros países. La condición para su autorización es que deben haber sido consumidos en, al menos, un tercer país durante más de veinticinco años como parte de la dieta habitual de un número significativo de personas y ser derivados de la producción primaria.
En conclusión, se autoriza, con un procedimiento rápido y simplificado, la comercialización de insectos completos o partes, alimentos aislados a partir de ellos o producidos a partir de ellos; siempre que sean derivados de la producción primaria, por tratarse de alimentos consumidos tradicionalmente, desde hace mucho más que los veinticinco años que marca la norma, en muchos países tanto de Asia como de África y América.
¿Dónde puedo informarme de los que están autorizados?
Los nuevos alimentos autorizados para su comercialización en la Unión Europea se recogen en la lista de nuevos alimentos. Esta lista se actualiza e incluye los alimentos que se van incorporando
Es de público acceso y puede consultarse en el enlace siguiente: Catálogo público de nuevos alimentos
¿Son seguros?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), a petición de la Comisión Europea, realizó en 2015 un informe sobre los potenciales riesgos biológicos y químicos, así como la potencial alergenicidad y posibles riesgos medioambientales asociados a la cría de insectos para ser usados como alimentos y piensos, teniendo en cuenta toda la cadena alimentaria, desde la granja al producto final, realizando un perfil de riesgo. Se concluye que son necesarios más datos e informes, en particular sobre riesgos microbiológicos y alergenicidad. El informe puede ser consultado en la bibliografía al final del artículo.
La FAO los recomienda…
El Departamento Forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) contempla el potencial de la recolección y cría de insectos con el fin de mejorar la seguridad alimentaria en todo el mundo. La Conferencia Internacional «Insectos para alimentar al mundo», organizada en 2014, conjuntamente por la Universidad de Wageningen (Holanda) y la FAO, reunió a más de 400 participantes de 45 países que examinaron la situación actual y el futuro de los insectos como alimento humano y animal. Partiendo de una estimación relativa al aumento de población y las necesidades de alimentos (la FAO estimaba que se necesitaría aumentar un 70% la producción de alimentos para 2050) sería urgente identificar fuentes alternativas de proteínas, y los insectos tienen un gran potencial para contribuir a la seguridad alimentaria mundial. El entonces Subdirector General de la FAO, Eduardo Rojas-Briales manifestaba: «Ciertamente, los insectos por sí solos no van a resolver los retos de la seguridad alimentaria del mundo, pero sería absurdo no movilizar todo su potencial en la lucha contra el hambre y la desnutrición» , explicando que: «Criar insectos para piensos es una forma ecológica y eficiente de alimentar a los animales», apuntando, además que: «Los insectos pueden alimentarse a base de residuos biológicos, compost y purines, y pueden transformar estos en proteínas de alta calidad para la alimentación animal».
Dada la estimación de la FAO estima sobre las necesidades de alimentos para 2050, cuando se espera que la población mundial alcance los nueve mil millones. Teniendo en cuenta que la producción de piensos está compitiendo cada vez más por los recursos (tierra, agua y fertilizantes) con la alimentación humana (el 70% de las tierras agrícolas del mundo, ya sea directamente o indirectamente, está dedicada a la producción de carne), además de la producción de combustible y la urbanización, no se ve tan descabellado plantear la urgencia de identificar fuentes alternativas de proteína animal, y los insectos tienen un gran potencial en este sentido.
La FAO promueve el consumo de insectos comestibles por tres razones:
- Salud: Considera a los insectos como una alternativa saludable y nutritiva a alimentos básicos actuales. Por su riqueza en nutrientes (como hemos visto) y por formar parte tradicional de muchas dietas regionales y nacional.
- Ambiental: Su producción emite menos gases de efecto invernadero que la mayoría del ganado. La cría de insectos no requiere destrucción de bosque para expandir la producción. Las emisiones de amoníaco asociadas con la cría de insectos también son mucho más bajas que los vinculados a la ganadería convencional, como los cerdos. Los insectos, debido a que son de sangre fría, son muy eficientes para convertir el alimento en proteína (los grillos, por ejemplo, necesitan 12 veces menos alimento que el ganado vacuno y la mitad que los cerdos para producir la misma cantidad de proteína). Los insectos pueden alimentarse de desechos orgánicos.
- Factores económicos y sociales: La cosecha / cría de insectos es una opción de inversión de baja tecnología y bajo capital. Ofrece oportunidades de medios de vida para las personas urbanas y rurales.
A modo de conclusión:
Insectos comestibles – [youtube https://www.youtube.com/watch?v=9D2TD6Zws9o&w=560&h=315]
“Si bien no encontrará muchos de ellos en los menús de Europa o de los Estados Unidos, en muchos países los «insectos» son una parte importante de la dieta de las personas. De hecho, se estima que dos mil millones de personas — un tercio del planeta — consumen insectos. Es por eso que el Departamento Forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura está estudiando el potencial de la recolección y cría de insectos con el fin de mejorar la seguridad alimentaria en todo el mundo”.
Artículo escrito por: Marta Roldán y Ángeles Lauriño.
Bibliografía:
Nutrient composition of insects and their potential application in food and feed in Europe. Birgir A. Rumpold and Oliver K. Schüter. FAO – Food and Agriculture Organization (736-81-516). 2014.
Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. Marvin Harris. Alianza Editorial. 1999
La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente. Afton Halloran y Paul Vantomme FAO. 2014
Edible Insects. Future prospects for food and feed security. Varios autores. Forest Papers 171. FAO 2013
Los insectos como alimento humano: Breve ensayo sobre la entomofagia, con especial referencia a México. José Luis Viejo Montesinos, Julieta Ramos-Elorduy. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Tomo 102, Nº. 1-4, 2007, págs. 61-84.
Risk profile related to production and consumption of insects as food and feed. EFSA Scientific Committee. EFSA JOURNAL. Volume 13, Issue 10 October 2015, 4257