Está terminando febrero y toca publicar un nuevo número de la revista del proyecto de salud y consumo responsable. Paso a paso ya hemos llegado al número 13.
Y no, no somos nada supersticiosos, de hecho estrenamos nuevo formato, interactivo, para hablar de metales pesados en alimentos. Metales en la comida hay muchos y buenos (como el hierro, el calcio o el zinc) pero otros presentan riesgos para la salud debido a su facilidad para acumularse en los tejidos vivos, ya que apenas se degradan por vía química o biológica. A estos metales se les llama «pesados» y ciertamente lo son por su alta densidad, aunque hay otros elementos de la tabla periódica que también comparten esa característica.
Al estar el ser humano en lo más alto de la cadena trófica, se ve afectado por los metales pesados que ya han acumulado las plantas y los animales y por ello es necesario conocer las concentraciones que alcanzan en los productos que se consumen. De hecho, existen límites fijados por los organismos competentes en la materia, que pueden hacerse más restrictivos ante circunstancias que pudieran aumentar nuestra exposición, como un cambio en los patrones de consumo.
Como es lógico, minimizar la presencia de estos compuestos en el medio ambiente sería el punto de partida para evitar que existieran cantidades significativas en los seres vivos, pero de momento tenemos que conformarnos con estar bien informados: conocer el riesgo, dimensionarlo de forma correcta y tomar las decisiones adecuadas para mantener una alimentación saludable, sin tener que excluir ningún tipo de alimento por «miedo» a la posible presencia de estas sustancias.
Esperamos que os guste. En las fuentes están los links a páginas y blogs que ofrecen información más completa y detallada por si es de vuestro interés. Y no os olvidéis de probar la receta, ¡las almejas están de temporada en marzo y abril!.
Sería interesante hacer referencia al Metil Mercurio por ser la especie orgánica más tóxica y al Arsénico Inorganico por estar legislado en la UE para arroz